Juan Carlos Rodríguez Ibarra anunció ayer su renuncia a su segura reelección como Presidente de la Junta de Extremadura por séptima vez. Dice así no a una mayoría absoluta que no ponen ni en duda en las filas populares que llevan más de dos décadas enterrando los cadáveres políticos en los que se convierten todos sus candidatos. Ibarra ha sido caricacturizado e insultado por el PP, por los nacionalistas e incluso, en más de una ocasión, por gente del propio PSOE. En este post yo quiero dejar una cosa clara desde el principio: soy de la cuerda de Ibarra. Su forma de ver España y de hacer política junto con su lealtad al Partido Socialista me parece elogiable. Seguro que tiene defectos pero no conozco a nadie que personalice la perfección, en política menos.
En una España en la que al rico se le aplaude y se le da de comer a parte (vease P.Vasco y Cataluña), el pobre tiene el partido casi perdido pero Ibarra nunca aceptó tal realidad y ha hecho todo lo que ha estado de su mano para cambiarla. Especialmente relevante me ha parecido su postura ante los nacionalistas defendiendo la necesidad de que en el Congreso de los Diputados sólo toquen escaños las formaciones políticas que consigan tener un 5% de las votos y se presenten en todo el territorio nacional alegando la necesidad de fortaleza de los gobiernos España que han dado un trato a favor a las comunidades catalana y vasca ante el permanente chantaje de sus partidos nacionalistas que han amenazado continuamente con retirar su apoyo parlamentario si sus pertensiones no eran satisfechas. Ha pasado con Felipe, Aznar y con Zapatero. Los tres han aceptado el chantaje para sentarse en el sillón de la Presidencia del Gobierno. Y pasará con los que vengan, ya lo verán.
Muchos dirán que la mayoría absoluta es peor y son positivos los gobiernos en minoría. Lo son cuando los pactos se consuman con partidos que representan los intereses de todos desde una ideología distinta pero no cuando tienen lugar con aquellos que levantan la bandera de una parte del territorio y exigen prestaciones que suelen ir en detrimentos de otras comunidades. Los recursos son limitados y cuando se da mucho a uno, tan sólo quedan migajas para los que no entienden el chantaje y las males artes como instrumento para la consecución de objetivos.
Esta postura en contra de los nacionalistas le ha costado a Ibarra que más de una vez le dijeran que estaría mejor en el PP que en el PSOE. Algo parecido le ha pasado a Bono, otro campeón de las urnas por mucho que les pese a otros que necesitan mil pactos para gobernar porque le faltan votos por todos lados. Ibarra ha cumplido su obligación: defender su tierra pero siempre respetando la necesidad de que todos seamos iguales frente aquellos partidarios de privilegios históricos y con tendencia a ser falsos. Los nacionalistas son señores feudales, Ibarra tiene razón. Este planteamiento actualmente cuesta muchas críticas porque si te metes con gente como Mas, Rovira, Imaz y compañía automáticamente salen forofos que te llaman fascista o te meten en el saco de los Zaplana, Aznar y compañia. Lo más indignate es que la crítica a algunos de los políticos citados es entendida como un ataque a toda su autonomía, mal puede ir un pueblo cuando una crítica a uno de sus dirigentes adopta la forma de agresión a su pueblo.
Los que están en los extremos quieren que los demás también lo estén para que haya partido. Ibarra ha estado siempre en el mismo sitio y eso indigna a sus rivales como CiU que ayer pactó con el PSOE y mañana pactará con el PP, o ERC enamorado de Zapatero hace unos meses pero que ya ha dejado claro que está dispuesto a gobernar con Mas.
En cuanto al sempiterno problema territorial, si es que lo hay pero eso es otro tema he de decir que han confundido los que critican su idea de España uniformidad con igualdad. Ibarra jamás ha defendido la España única, oxidada y centralista aunque de ello le hayan tantas veces acusado. Ibarra ha respetado la diversidad y únicamente ha dedicado su tiempo a defender la igualdad y a decír no a los privilegios. Tan noble causa le ha costado desgraciadamente demasiadas descalificaciones.
Unos le han llamado populista, otros demagogo pero Ibarra puede decir que no se ha gastado el dinero en una polícia autonómica y durante mas de 20 años tampoco ha tenido televisión ni radio autonómica poque antes había otras prioridades siendo Extremadura la primera comunidad en asegurar en los colegios un ordenador por cada dos niños. Una Extremadura desconocida años y años para muchos españoles que ahora ya la localizan sin problemas en el mapa.
Extremadura ha sido un pueblo tirado a la mano de Dios hasta que Ibarrá llegó y se propuso cambiar las cosas. Pero cambiarlas de verdad y los extraordinarios y masivos apoyos electorales así lo demuestran. Durante 24 años ha alcanzado la mayoría absoluta en 6 ocasiones. Los números dejan todo muy claro, no hace falta comentar nada. Resulta paradójico que gente que no ha ganado una elección en su vida de clases de política a alguien que ha barrido cada vez que los ciudadanos han dictado sentencia.
Es un infarto quien le lleva a dar un "paso al lado" porque ni los candidatos del PP, ni los años, ni los ataques recibidos le han podido ganar la partida. Resurge estos días el resentimiento de los que no le pudieron ganar, de los que probaron el sabor de la derrota mientras él se paseba por caminos de victorias espectaculaes; en definitva, surge el resurgimiento a los que no han recibido el reconocimiento de su pueblo porque no lo han merecido, al contrario que Juan Carlos Rodríguez Ibarra.
Su compromiso con el PSOE ha sido enorme hasta en la despedida lanzando elogios a Zapatero en todas las entrevistas que ha dado. Ha sido siempre así porque siempre ha dicho lo que ha pensado y aunque a veces las formas le han perdido el contenido de sus mensajes trasluce verdades que pocos se atraven a decir en voz alta. Lealtad que se extiende a los ciudadanos que le han votado renunciando a la oferta que hace dos años Zapatero le formuló para ser Ministro. LLama la atención su defensa encarnizada de Vera pero como he dicho al principio no hay nadie perfecto.
Se va Ibarra como llegó, no se puede jubilar porque ni se ha puesto sueldos desorbitados como otros ni falta un solo euro de las arcas. Tiene 58 años y volverá a la Universidad como profesor de Filosofía y Letras. Extremadura es una de las pocas Comunidades que no tiene establecido un sueldo para su ex Presidente y no la tiene porque Ibarra así lo ha querido, no se ha preocupado de esas cosas. Vehemente, impulsivo, auténtico, eficaz en la gestión, socialista y claro, muy claro. Se va uno de los grandes y por la puerta grande por la que se van los ganadores. Gracias, vuelve cuando quieras.
2 comentarios:
Interesante blog. Aparte de lo extremista que es en muchas cosas, es grato ver que existe gente de izquierdas en España que entendió de verdad que es el nacionalismo.
Estoy de acuerdo, Ibarra ha sido un ejemplo a pesar de sus formas tan bruscas
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