La ciudad de Madrid se encuentra a la espera del paracaidista que Zapatero lance desde los cielos del ego político para hacer frente a Gallardón en la lucha por la alcaldía. Lejos parece que quedan los tiempos en que el actual Presidente del Gobierno esgrimía las primarias como el método ideal para la elección de candidatos. Zapatero está haciendo lo mismo que en su día protagonizó Aznar al elegir a Rajoy como sucesor, un dedazo autoritario y unilateral. Viva la democracia y sus virtudes.
Las maniobras socialistas en Madrid han sido desastrosas y las urnas no suelen perdonar estas cosas. Simancas en las últimas elecciones cometió el gravísimo error de incluir en sus listas a quien no debía y, por ello, fue duramente castigado en las urnas. Sin embargo, en su partido todo son alabanzas y ánimos hacia él. No se ha discutido en ningún momento su candidatura. En cambio, Trinidad Jiménez de la que no se conoce escándolo alguno ni una sola mala palabra ha sido decapitada como candidata. Se premia la negligencia y se castiga el trabajo.
Ahora bien, las cosas no quedan ahí, el pecado es doble: Zapatero se ha cargado a Trinidad sin tener sustituto. La irresponsabilidad es extrema, incluso lo tildaría de frivolidad. En todo caso, lo que más me indigna es el sometimiento de la política del Gobierno a las necesidades coetáneas del Partido Socialista. Pasó con Clos que no valía como Alcalde de Barcelona pero sí como Ministro de Industria y ahora con Trinidad Jimenez para la que se crea una Secretaría de Estado a cargo, lógicamente, de los presupuestos generales del Estado.
Las maniobras socialistas en Madrid han sido desastrosas y las urnas no suelen perdonar estas cosas. Simancas en las últimas elecciones cometió el gravísimo error de incluir en sus listas a quien no debía y, por ello, fue duramente castigado en las urnas. Sin embargo, en su partido todo son alabanzas y ánimos hacia él. No se ha discutido en ningún momento su candidatura. En cambio, Trinidad Jiménez de la que no se conoce escándolo alguno ni una sola mala palabra ha sido decapitada como candidata. Se premia la negligencia y se castiga el trabajo.
Ahora bien, las cosas no quedan ahí, el pecado es doble: Zapatero se ha cargado a Trinidad sin tener sustituto. La irresponsabilidad es extrema, incluso lo tildaría de frivolidad. En todo caso, lo que más me indigna es el sometimiento de la política del Gobierno a las necesidades coetáneas del Partido Socialista. Pasó con Clos que no valía como Alcalde de Barcelona pero sí como Ministro de Industria y ahora con Trinidad Jimenez para la que se crea una Secretaría de Estado a cargo, lógicamente, de los presupuestos generales del Estado.
Gallardón se lo debe estar pasando en grande: tiene la ciudad llena de zanjas, su relación con la Presidenta de la Comunidad es más que mala, en su partido no lo soportan pero ganará sin problemas. Resulta paradójico que Esperanza Aguirre que utiliza el cargo para enriquecer a su familia y para poco más no tenga excesivos problemas para revalidar la reelección.
Se ha perdido una gran oportunidad. Pero todo puede ir a peor, se comenta que se está presionando desde el partido y el gobierno a De la Vega para ser la candidata. Sería el despropósito final, la mejor pieza del Gobierno para remediar el fregado creado por Zp, Bono y Simancas.
2 comentarios:
Totalmente de acuerdo con lo expuesto. El gran problema es que los "socialdemócratas" del PSOE se hallan inmersos en pleno proceso de convertirse en un partido más de derecha. Eso, o que estos socialistas (que de socialistas tienen lo que yo de anarcosindicalista) creen buena idea copiar algunas actitudes de la rancia derecha. Vaya pandilla de socialistas rastreros; a ver cuando os cambiais el nombre que suena contradictorio y anacrónico.
Hombre, si empezamos a carganos todo lo anacrónico habrá que empezar por la monarquía.
No es problema de nombre sino de hechos. Zapatero ha metido la pata hasta el fondo en el tema de la Alcaldía de Madrid pero estoy de acuerdo en general con su gobierno aunque estos tics autoritarios debo condenarlos y así lo hago.
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