El Fiscal General del Estado ha sido siempre un cargo al servicio y gloria del Gobierno de turno. Tanto PP como PSOE lo han utilizado para tapar sus vergüenzas así como para fustigar a sus adversarios políticos. Cardenal fue un fiel súbdito de Aznar y ahora Conde Pumpido lo es de Zapatero. El cumplimiento de la ley es secundario porque lo importante es tener contento al jefe.
Conde Pumpido no es una excepción a esta arraigada tradición de servilismo fiscal. Desde que tomo posesión se puso a las órdenes de Zapatero sin complejos ni descanso. Nunca ha estado al servicio de la defensa de la legalidad sino de los intereses electorales de quien le nombró. En el caso De Juana Chaos consintió y aplaudió mientras el terrorista se daba paseos televisados tras su huelga de hambre más que dudosa. En el caso Otegui mandó retirar los cargos para que el "hombre de paz" de Zapatero no tuviera problemas. Curiosamente, al día seguiente de terminar la truega todo cambió, el tiempo que se perdió ya será imposible recuperarlo.
Pues bien, el Sr. Conde Pumpido tan indulgente con ETA se está cebando con unos humoristas cuyo gran delito ha sido hacer una caricatura de los Principitos. Les imputa el delito de injurias a la Corona. Para este ilustre personaje es más grave una crítica satírica que hacer apología del terrorismo. Tan triste como real. Se trataba sin más de un chiste y no pretendía ofender a nadie sino criticar la famosa medida de los 2.500 euros. Quizás no molestó tanto el dibujo sino el texto que lo acompañaba aludiendo al poco cariño de los Borbones por el trabajo. En todo caso, una simple caricatura que no sobrepasa los límites de la libertad de expresión.
Esta semana han sido noticia unas palabras de Anasagasti llamando "pandilla de vagos" a la Familia Real. En un primer golpe de vista pueden resultan ofensivas pero en modo alguno lo son sino más bien todo lo contrario ya que ponen altavoz a una realidad que nadie se atreve a comentar públicamente. Los lectores, seguro que escasos, de este blog conocen que los nacionalistas no son santo de mi devoción pero en este caso concreto coincido con el senador del PNV. Malos tiempos para los republicanos.